2/13/2007

Polisapo (cuento)

POLISAPO * * *
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* EL POLISAPO Cuento para niños de Augusto Roa Bastos y Alejandro Maciel, en colaboración. Ilustraciones de Miguel Pencieri. Enero 2002.
Polisapo fue el primer cuento infantil que escribí, a instancias y acompañando a don Augusto Roa Bastos quien quería crear una colección de cuatro o cinco relatos para nenas y nenes del Paraguay y nuestra región con personajes que fácilmente resultaran reconocibles y ambientados en algún lugar lejano del que nadie hablara. Por eso la patria de Polisapo es Horqueta y viaja por sitios de la zona de Coronel Oviedo hasta llegar a Asunción. Nuestra preocupación era la discriminación que empieza como prejuicio y después provoca mucho daño entre la gente. Al final del cuento hay una ficha didáctica que facilita el trabajo de docentes y alumnos/as. No necesito decir que un libro que va por la 5ta. edición nos dio muchas satisfacciones, afortunadamente las casi 400 cartas que nos enviaron los chicos y chicas contagiaron este entusiasmo a don Augusto que llegó a leer muchas de ellas y con un guiño me dijo: "misión cumplida".
Existe versión teatral impresa con el nombre de: "Polisapo en el camino" (Editorial Servilibro) donde está preparado el texto para su uso en teatro lo que dinamiza mucho la comprensión del mismo, la creatividad infantil, el agregado de música y efectos visuales.

Hace un kilo de años, en un charco que había cerca de Horqueta, en el departamento de Concepción en la República del Paraguay, vivía un Sapo que quería ser policía. Todas las mañanas, al lavarse la cara antes de ir a la escuela decía a su mamá Sapa: -Quiero ser policía. La madre seguía juntando huevos de caracol para el desayuno. Planchaba el delantal. O batía un poco de crema de leche con azúcar. Camino a la escuela el Sapo se cruzaba con la Garza y le decía: -Quiero ser policía. La Garza se hacía la desentendida y seguía buscando pescados en el estero. En toda la comarca, desde el río Apa hasta la cordillera de Amambay, y desde el Gran Chaco hasta Coronel Oviedo ya le decían “Polisapo” de tanto insistir siempre con la misma música en todas partes. Por ejemplo, en la clase de gramática la maestra le pedía que pasara a escribir una oración en el pizarrón y él escribía: Quiero ser policía La “Seño” pedía una palabra aguda y el Sapo escribía “policía”. Pedía un diptongo y el Sapo escribía “quiero”. Papá Sapo –que era mecánico- le prestaba su overol azul y una gorra con viseras igual a las que usan los agentes de policía. Cada vez que salía disfrazado las ranas cantaban a coro:
______________________________________ Poli, poli, Polisapo Parece de carne, Pero es de trapo. Poli, poli, poli~miente Dice que baila flamenco Desde siempre. Poli, poli, exagerado: Con un chicle hace un globo Y viaja sentado. ¿En un globo? Sí, señor En un globo aerostático Sin motor. __________________________________ Hasta que llegó el último día del último curso y Polisapo recibió el diploma. Mamá Sapa había estrenado una túnica de gasa plisada para la ocasión; y papá Sapo estaba más agrandado que nunca (el orgullo suele hinchar mucho el espíritu), tanto que no podía prender los botones de su saco. Todo fue muy tierno, incluyendo el llanto de la Yacaré que estaba muy emocionada aunque nadie creía en sus lágrimas. Por algo, las sátrapas de las ranas decían: Llora mal la Yacaré y ni ella sabe por qué. Por fin, Polisapo podía entrar en la Escuela de Oficiales de Policía. Las granujas de las ranas decían a coro: Llueva grueso o llueva fino Polisapo está en camino. Tiene una espina clavada: ¡O es policía o es nada!
_________________________________ Tuvo que hacer un viaje hasta Curva Romero, en Luque, (pasando por Asunción) rumbo a la Escuela de Oficiales de Policía. Imagínense todo lo que transpiró el pobre a salto de rana desde Horquetas, que es un pueblo con una plaza, una iglesia y siete casas hasta Yby Yaú donde se quedó a descansar tomando tereré con la Tucura, que es una especie de langosta rojiza, muy comedora de cultivos (los agricultores la consideran una verdadera “plaga”) y que tiene un bar en el cruce de caminos. -Y para dónde va el mozo-ozo? –quiso saber la Tucura, que era bastante curiosa por cierto. -A Luque –dijo Polisapo, muy seguro de sí mismo. Había leído en un tratado de autoayuda que el futuro de la gente depende de lo segura de sí misma que sea cada persona. Si uno quiere ser abogado, por ejemplo, necesita estudiar seis años todo lo que tiene que ver con las leyes y los códigos. Es necesario un gran esfuerzo personal que dure sus seis años; mucha paciencia que dure seis años, constancia que dure seis años, dedicación que dure seis años y muchos etcéteras más que se consiguen gracias a la seguridad que cada uno tenga en sí mismo. Eso decía el libro. Habría que ver si era verdad. Pero volvamos a la conversación entre Polisapo y la Tucura en pleno cruce de Ybí Yaú, bajo la sombra de un fornido lapacho de flores amarillas como patitos. -¡Ah!, entonces tiene que tomar la Ruta Tres hasta Coronel Oviedo-edo –dijo la Tucura-, y de ahí dobla por Ruta Dos hasta Asunción-ón y pasa de largo sin parar en Ñu Guazú, hasta Luque-uque. Derechito, derechito-ito-ito-ito. Llévele mis saludos a la comadre Ura, que vive en Tacuara-ara, de paso cañazo-azo –le pidió la Tucura, mientras se soplaba con una pantalla de caraguatá. -¿Eso queda muy lejos? –preguntó muy preocupado Polisapo. -Depende-ende –dijo la Tucura-. Ir cuesta más que volver-er. -¿Cómo es eso? –se alteró Polisapo, volviéndose más verde que de costumbre. Por lo que le habían enseñado (y él era muy buen alumno) las distancias son las mismas tanto si uno va como si uno viene de algún sitio. -Es una lomada, muy cuesta arriba-iba. Subir –iba diciendo la Tucura mientras cebaba otro tereré- le hará bufar de cansancio-ansio, pero al volver podrá bajar rodando como una pelota-ota de fútbol. Es mucho más fácil. -¡Qué macana! La Tucura, que era muy cariñosa, le acarició el hombro y lo alivió bastante diciéndole casi en el oído: -Tengo una amiga-iga en Carayaó y si necesita algo, ella le va a dar una manito-ito, hijo. -¿Y cómo llego hasta su amiga, en caso de necesidad? -Solamente tiene que quemar unas hojas de eucalipto y la Bruja Canidia irá volando-ando en su escoba hasta donde usted la necesite-ite, sobre todo si tiene la mala pata-ata de encontrarse con Lipudia. -¿Quién es Lipudia? –quiso saber Polisapo. -¡Mejor ni me hable de ella! –le contestó muy fastidiada la Tucura-. Lipudia es de lo peor, una Bruja maligna que continuamente anda pescando-ando sapos y ranas para hacer sus buches y tósigos porque Lipudia vive buscando las mil maneras-eras de amargarle la vida-ida a los demás. Del mostrador sacó una vihuela y empezó a cantar....
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Cartas de alumnos y alumnas al Polisapo:
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"Soy Selene, alumna del 5to. grado del Colegio Sek-Paraguay y le escribo esta carta para decirle que Polsapo es lindo, divertido y simpatiquísimo y de todos los libros que he leído éste fué el mejor"
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"Soy Fernando Barba, del 5to grado del colegio Sek, le escribo esta carta para contarle que mis compañeros y yo estamos leyendo su libro y que es muy divertido, los dibujo sson hermosos, y la parte que más me gustó es cuando el Ñacurutú le preguntó: ¿de qué color es el Toyota que va por la ruta?"
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"Soy Estefanía Villate Urbieta, alumna del 5to. grado del colegio Sek-Paraguay y le escribo para que sepa que su cuento Polisapo es mi favorito, espero que siga con Polisapo-2 porque sería bueno seguir con la historia"
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"Soy Araceli Yudis del colegio Sek, este año estuvimos leyendo el cuento "Polisapo" y me pareció entretenido y divertido. Yo quisiera que usted escriba más libros porque "Polisapo" me encantó. La parte que más me gustó es cuando el Caracol le enseña a caminar sin hacer ruido. Me contaron que Augusto Roa Bastos estaba enfermo y quiero que le mande mis saludos y el de todos mis compañeros"
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"Soy Daniel Vera Negrete, alumno del 5to grado del colegio Sek-Paraguay y le escribo esta carta para contarle qu eestamos leyendo su libro y es muy bueno, le mando saludos a Augusto Roa Bastos"
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